Día 1: La isla dentro de la isla |
Nada mejor para comprender la esencia de Formentera que viajar a la isla cuando el aluvión turístico del verano ha pasado y solo quedan de él los últimos viajeros a los que les cuesta desprenderse de la belleza de este paraíso. Es ahora en otoño cuando encontrarás la Formentera de verdad, la de las rutinas de sus lugareños, la que ve discurrir su vida entre quehaceres agrícolas, juegos y deporte, conversaciones en las plazas, días de mercado y domingos en misa. Esta Formentera de la tranquilidad y la vida mediterránea sin aditivos es toda una inyección de energía positiva para el que la visita en esta época. Lo ideal es no perder ni un minuto. El primer día de escapada a este refugio del Mediterráneo invita a desconectar de todo y meterse de lleno a recorrer La Mola y su Pla (el llano). Se trata de la zona que los locales consideran como “la isla dentro de la isla” porque tiene su propio ritmo, sus propias rutinas y sus costumbres. En El Pla es donde encontrarás la Formentera de siglos pasados, menos vista por el turismo y más vinculada a sus raíces históricas. Es la zona de los viñedos, de los bosques y de las mejores vistas panorámicas que se pueden disfrutar desde el sureste de la isla. Lo más recomendable para que puedas hacerlo con calma es ir en bicicleta. Podrás recorrer caminos antiguos, por algunos de los cuales ni siquiera cabe un coche. Este es el caso del emblemático camino de La Pujada, la única vía que los locales tenían para llegar a La Mola antiguamente. Es de origen medieval y era muy utilizada para conectar el resto de pueblos de la isla con la zona de El Caló y El Verro. Si quieres explorar un poco la zona, baja hasta la zona marinera de El Caló, que antes era el puerto de Formentera y actualmente aún conserva la imagen intacta de rincón de pescadores. A pie o en bicicleta, dirígete hasta el centro de El Pilar de la Mola, uno de los núcleos de población de la isla con más encanto natural: ubicado en el este, en el punto más alto de la isla, sólo cuenta con treinta casas, una pequeña iglesia que honra a la virgen que le da nombre y una placita. Aunque pequeño, por este pueblo han pasado personajes de la talla de Bob Dylan y otros tantos nombres internacionales famosos durante los años 60, coincidiendo con el mayor furor del movimiento hippie en la isla. Hoy en día, algo de aquello queda: aquí es precisamente donde se celebra un famoso mercadillo hippie de mayo a octubre, en el que se puede encontrar prácticamente de todo y, cómo no, el espectacular faro de La Mola, protagonista de las postales más míticas de Formentera. En El Pilar y su espectacular territorio tendrás a tu alcance monumentos históricos a través de los cuales podrás entender mejor el carácter de esta isla. Uno de los más antiguos es el castillo de Can Blai, también conocido como el Castellum romano de Can Pins. Pero que el nombre no te confunda: el castillo es en realidad un yacimiento en el que solo se pueden ver los restos de lo que fue en su día esta construcción. Los historiadores fechan su origen en el siglo III antes de Cristo, cuando los romanos ocupaban Formentera, y se cree que nunca llegó a terminarse del todo, aunque sí se aprecian bien su planta y sus cinco torres. |
Día 2: Mecidos por las olas |
Hay que vivir Formentera desde tierra pero también por mar. El Mediterráneo que baña sus costas es un mar tranquilo, cristalino y de un color azul turquesa que parece irreal. Aunque en otoño hay más oleaje en ciertos puntos del litoral de la isla, lo cierto es que es una buena época para aprovechar y conocer Formentera desde otra perspectiva: en kayak o en una embarcación. Tanto uno como otra se pueden alquilar sin problemas y a buen precio en casi cualquier puerto y playa de la isla, así como los catamaranes que incluyen excursiones ya organizadas para grupos. |
Día 3: Por el camino viejo de Portossalè |
El último día resérvatelo para descubrir la capital de Formentera y su entorno. Se trata de un plan en el que podrás combinar naturaleza, senderismo, un poco de historia y, por supuesto, la gastronomía típica de la zona interior de la isla. La ruta discurre por una carretera antigua que une Sant Francesc Xavier con Portossalè y que te llevará por paisajes llenos de huertos, fincas de cereales, olivos y emblemáticas higueras de Formentera. Aprovecha la mañana para deambular un rato por Sant Francesc. Dado que es la capital y el principal núcleo administrativo de la isla, aquí se concentran los principales edificios, monumentos y centros de arte de Formentera, así como los servicios más completos, tanto de restauración como deportivos, sanitarios y de ocio. Dirígete a la plaza de la Constitució, el corazón del pueblo, y regálate un desayuno tradicional de los que los locales llaman berenar y que es prácticamente equiparable a un almuerzo en cualquier punto de Europa. Puedes elegir (o combinar) pan tostado con aceite y tomate, embutidos típicos (botifarró, sobrasada, camaiot, jamón, queso…) y tostadas con mermeladas variadas. Las mejores son las caseras de higos o de miel de Formentera. Desde este punto neurálgico, no dejes de visitar los monumentos imprescindibles de la capital: la iglesia de Sant Francesc, un edificio icónico que data del siglo XVIII; la capilla de la Tanca Vella y el Museo Etnográfico de Formentera. Tras este apogeo cultural e histórico, lánzate a los senderos que te llevarán a las zonas rurales del entorno de la capital. Toma el Camí Vell de Portossalè, justo saliendo desde el Jardí de les Eres, la placita que está detrás de la iglesia de Sant Francesc y que es el lugar donde se organizan los principales eventos culturales al aire libre en la villa. A los pocos pasos te encontrarás con uno de los elementos más característicos del interior de Formentera: sus molinos de harina. La isla, además de grandes campos de cereales, cuenta con sus propios molinos para transformar el grano. Los que verás ante ti son los molinos de La Miranda. El primero no es de acceso libre, así que vete directamente hacia el segundo. Se trata del Molí d'en Jeroni y es uno de los mejor conservados de los siete molinos de harina que hay en toda Formentera. En su exterior se pueden ver las muelas y la torre prácticamente intactos a pesar de que se construyó en el siglo XVIII. El camino antiguo de Portossalè es famoso no solo por sus molinos sino por las vistas que ofrece. De hecho, es uno de los senderos más elevados que hay en la isla y esa ligera elevación, de unos 20 m de desnivel, lo convierte en un mirador privilegiado de toda la zona de La Savina, el Estany del Peix, todos los alrededores de Les Escoles y Les Bardetes y las principales playas. Más allá, al fondo, se aprecia incluso la silueta del islote de El Vedrà e Ibiza. |