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    Ibiza al natural

    Dicen que con las primeras heladas del invierno, Ibiza descubre su lado más desconocido y auténtico. Una isla sensorial en la que descubrir la naturaleza más bella

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    Dicen que con las primeras heladas del invierno, Ibiza descubre su lado más desconocido y auténtico. Una isla sensorial en la que descubrir la naturaleza más bella

Dicen que con las primeras heladas del invierno, Ibiza descubre su lado más desconocido y auténtico. Una isla sensorial en la que descubrir la naturaleza más bella


Día 1: En busca de la pura esencia ibicenca. De Sant Antoni a Sant Joan de Labritja

Vista de Sant Antoni de Portmany

Cuando el mercurio cae a su mínimo y con el bullicio turístico lejos de las costas insulares es cuando la isla de Ibiza se muestra tal y como es: genuina, tranquila y fiel a sus tradiciones. Un destino que nada tiene que ver con los atardeceres masificados de Benirràs y cuya autenticidad va mucho más allá de un paseo por Atlantis o de una ruta por los mercadillos hippies de Las Dalias o Sant Rafel.

En este viaje no solo te proponemos conocer esa cara desconocida del territorio ibicenco, sino descubrir su lado más natural, histórico y rural. Dos días en los que disfrutar del silencio innato de la isla y que comienza con una ruta de un día por esos pueblos que, con su fisonomía y sus costumbres, han conseguido dar forma y carácter al conjunto de Ibiza. 

Nuestro primer día de ruta por la Ibiza más natural comienza doce kilómetros al noroeste de la capital, justo en la localidad de Sant Antoni de Portmany. Un lugar en el que la costa, los bonitos atardeceres de Les Variades y los paisajes de interior se unen en total armonía para dar forma a un municipio paisajístico perfecto. Una vez en el destino y tras haber disfrutado de un desayuno a base de café y orelletes (los dulces típicos de la isla), no dejes de visitar la iglesia de Sant Antoni (refugio local en el pasado ibicenco) ni tampoco su casco histórico. En este punto no solo darás con auténticas telas pintadas a mano, sino que podrás probar la mejor repostería y el vino local más selecto. 

Otro de esos puntos que han sido cruciales en la historia de Ibiza, en sus costumbres y en su forma de vida ha sido Sant Miquel, localidad a la que llegarás tras disfrutar de otros puntos de interés como la capilla subterránea de Santa Agnès o la bonita Cova des Vi, que esconde una de las joyas naturales más bonitas y menos conocidas de Ibiza: la cueva de Sant Miquel. Con más de cien mil años de historia y con un recorrido de cuarenta minutos, su visita te llevará por una ruta de pequeños lagos, cascadas, luces y sonidos que te harán sentir en otro planeta. 

Poniendo rumbo al norte de Ibiza (a unos siete kilómetros de Sant Antoni de Portmany) llegarás al último destino de esta ruta tradicional por la Ibiza más natural y desconocida: Sant Joan de Labritja. Aunque para muchos no es más que un pueblo blanco que destaca por su calma innata, Sant Joan es una auténtica joya dentro de la historia de la isla pitiusa y es que su municipio da cobijo al conjunto arquitectónico rural de Balàfia. Un núcleo urbano que se remonta a la época de los musulmanes y que nos da pistas de los muchos cambios que la pequeña isla balear sufrió a lo largo de los siglos. 

Además de conocer de cerca la forma de vida de los ibicencos, de poder observar cómo trabajan en sus campos y granjas los campesinos y de deleitarte con mil y una panorámicas de postal, no puedes irte de esta zona sin probar bocado en alguno de los restaurantes locales más típicos. ¿El menú? Déjate llevar por las recomendaciones locales del día porque son simplemente exquisitas.


Día 2: Un paseo por la ruta del Río, el camino secreto de Ibiza

Santa Eulària

Nadie que visite la isla de Ibiza puede llevarse en su cuaderno de bitácora el sello de “viajero ejemplar” sin antes probar la experiencia de la Ruta del Río, una de las rutas senderistas estrella de la isla y uno de esos planes perfectos para los meses de invierno.

Con punto de partida y llegada en Santa Eulària del Riu, la Ruta del Río te llevará a conocer la historia del que es el único río de Ibiza (y también de Baleares) así como de todo lo que tomaba forma a su paso. Una ruta de unos doce kilómetros y de dificultad baja en la que disfrutar de panorámicas de postal, leyendas con duendes y demonios y centros culturales en los que descubrir cómo era la isla en otro tiempo. 

Aunque no se trata de una ruta senderista especialmente larga, sí es recomendable hacerla de buena mañana para aprovechar todas las horas de luz que tiene el día (no olvides que en Baleares el sol se pone mucho antes que en cualquier otro punto del país, así que es más que probable que a las seis de la tarde ya no tengas luz). 

Una vez que te hayas calzado tus deportivas o tus botas de trekking y con tu mochila llena de todo lo que necesitas para hacer con normalidad una ruta senderista, tomarás como punto de partida la desembocadura natural del río Santa Eulària para caminar en línea recta en dirección al puente viejo, ese que, según cuentan en las leyendas locales, fue construido en una sola noche por unos pequeños duendes llamados los fameliars. 

Merece la pena detenerse para apreciar la estampa bucólica que regalan los molinos harineros que, movidos por el agua, fueron cruciales para la industria de la localidad. En este punto y a los pies del Puig de Missa, no solo se puede disfrutar de esa imagen, sino que te puedes desviar en dirección al Centro de Interpretación del Río de Santa Eulària para conocer mejor la historia del río ibicenco. 

A medida que te vayas alejando de Santa Eulària del Riu te adentrarás en un paisaje de puro campo lleno de árboles frutales (un espectáculo que merece vivirse en los meses de primavera), de bosques mediterráneos llenos de pinos y de aves autóctonas del archipiélago. Dado que el objetivo es volver al punto de partida, nada mejor que invertir un máximo de tres horas de camino de ida para encarar la vuelta con un paso algo más ligero, ya que, al ser una ruta lineal, volverás por el mismo camino. 

De vuelta a la desembocadura del río y con un merecido descanso por delante, te proponemos poner punto y final a la experiencia senderista con una comida a base de guisat de peix, unos de los platos de pescado más ricos de la gastronomía ibicenca. Con un precio asequible en la mayoría de los restaurantes que ocupan el paseo marítimo de Santa Eulària del Riu, probar este plato caliente y de cuchara es fundamental para conocer mejor la filosofía de la isla.

¿Su origen? Aunque muchos lo situarán en las cocinas de nuestras madres y abuelas, lo cierto es que el guisat de peix nació a bordo de los propios barcos pesqueros que salían a faenar durante varios días. Sus marineros, para no tener que volver a tierra a por alimento, aprovechaban el pescado sobrante (o aquel que sabían que no se vendería en la lonja) para luego mezclarlo, en caliente y en su propio jugo, con todo tipo de verduras. ¿El resultado? Uno de los platos más ricos del mundo.



Puntos de interés

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